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Cada vez que Fabiola Farías Rojas, junto a su amiga y socia Sujearen Segovia programaban una visita turística guiada, se encontraban con un penoso escenario; la ruta que realizarían con los turistas, estaba rodeada de basura por lo que ellas acudían un día antes a limpiar. Fue ello lo que las motivó a crear la Reuticleta, una iniciativa ecológica que tiene como propósito la gestión de residuos orgánicos y vidrios y además educar y crear consciencia ambiental.
El trabajo que vienen realizando es la recolección, a domicilio, de los residuos orgánicos que se producen en las viviendas como las cáscaras de las frutas y verduras, las que luego son derivadas a una planta de compostaje que ellas han instalado en el sector norponiente de Calama.
“La idea es que ninguna cáscara se vaya a la basura, porque eso es lo que crea principalmente la emisión del gas metano y el daño a nuestra atmósfera. Nosotros pensamos que, desde los hogares o nosotros, no contribuimos tanto a la contaminación, pero la verdad es que sí lo hacemos”, detalla esta joven ecologista.
Pero dicha labor, según explica Fabiola, no sólo se limita a la gestión de los residuos orgánicos. “Nuestra principal misión es poder hacer educación ambiental donde nosotros también estamos haciendo talleres en juntas de vecinos, en jardines y esperamos iniciar pronto, en los colegios, yo creo que ya el próximo año”.
También otras de las actividades que realizan son las jornadas de limpiezas en donde se intervienen lugares como Ojo de Opache y la ribera del río Loa y además, la valoración del patrimonio local.
En este sentido dice que, si bien hay varias agrupaciones que están dedicados al tema medioambiental, a las limpiezas y a la educación, aún falta mucho para que la gente tome consciencia y se interiorice del daño que le están ocasionando al entorno.
“Nosotros apuntamos más allá de poder educar en cuanto a la clasificación de los residuos o la gestión de nuestros residuos, es también educar sobre el conocimiento de nuestro territorio, que le tengamos cariño a lo que tenemos que, si bien muchas veces se compara o se dice que el desierto es seco o que no tenemos nada, estamos bien equivocados porque el oasis de Calama tiene, por lo menos, tres cursos naturales de agua, entonces son cursos que tenemos que cuidar”.
Fabiola Farías estudió Turismo Aventura y por ello paralelamente participa del club de escalada y montañismo “Esckalama”, desde hace seis años y cuenta que gracias a ello, “aprovecho la características que nos presenta nuestro territorio y que son ideales para practicar estos deportes de aventura o realizar turismo aventura”.
Esta joven enfatiza que la labor que realiza no es sólo de ella, sino que de un grupo de loínos que quieren mejorar nuestra calidad de vida. “Todo lo que nosotros hemos organizado no seria posible sin el equipo o sin el apoyo que está detrás que son mis amigos, que son la gente que se motiva asistir, en el fondo todo este trabajo es de un equipo de calameños”, finalizó. –