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Según cuenta Maritza Molina Cepeda, cuando era niña le gustaba caminar en puntillas. En ese tiempo, los integrantes de su familia le preguntaban por qué hacía eso, si acaso era una bailarina de ballet… Estaban en lo cierto.
Fue entonces, cuando ingresó a primero básico en el Colegio Guadalupe de Ayquina (CGA), que decidió inscribirse en la academia de ballet. “De hecho fue uno de los requisitos que le pedí a mi mamá, que me inscribiera en un colegio en el que hubiese academia de ballet”.
Maritza estuvo toda su enseñanza básica y media en la academia de ballet del colegio y, paralelamente acudía a una academia particular a cargo de la profesora Claudia Ángel.
No recuerda cómo fue que se interesó por esta disciplina artística, sin embargo, no duda es señalar que es el motor de su vida y que espera estar siempre ligado a ella.
Maritza ha participado de distintos montajes, para ella cada año es un nuevo desafío, algo que, según comenta, le llena el alma. “Me gusta el ballet, porque yo me siento libre, es como mi zona de confort, me desahogo bailando, es mi forma de liberarme y de desestresarme de toda la semana”.
Y si bien le dedica varias horas a la semana y también del fin de semana para la práctica del ballet, Maritza Molina no deja de lados los estudios y sus compromisos educativos. Desde su establecimiento educacional la destacan como una alumna que posee un desarrollo académico notable.
En este sentido, la joven bailarina detalla que la práctica del ballet no sólo le ayuda en el tema artístico, sino que también intelectual, especialmente por la disciplina y la concentración que se requiere.
“Por ejemplo el ballet se caracteriza por hacer varias cosas del cuerpo y con el mecanismo de la mente y entonces, cuando yo estaba en clases, igual ocupaba la misma técnica, entonces me acordaba de los movimientos para aprenderme las materias”, explica la joven estudiante, que recién egresó de Cuarto Año Medio.
Maritza además es un referente para las nuevas generaciones de bailarinas, de hecho es alumna ayudante de la profesora , “las ayudaba, las corregía más que nada y obviamente me daba cuenta de cuando una niña tiene ganas de aprender o está obligada”.
La estudiante destaca el apoyo de su familia, especialmente de su mamá quien ha estado con ella desde el inicio de su afición por la danza, “me apoyan mucho son mi base para hacer las cosas yo no creo que hubiera podido seguir bailando sin mi mamá no hubiera estado a mi lado sacrificándose y llevándome todos los días a ballet”.
Tal como en el pasado, el futuro para Maritza estará marcado por el ballet, pues decidió que continuará estudiando en Santiago, “sí, yo quiero estudiar danza, ya me decidí por danza, mi mamá me apoya y me dice que está bien que haya elegido la danza y me da las alas. Mi vida va estar siempre ligada a la danza, no he pensado en hacer otra cosa y espero llegar a ser una gran representante de Calama”. –