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A sus 17 años, la joven estudiante Catalina Negrete Zuleta, tiene bien arraigado su compromiso y ayuda al prójimo y cómo ello puede cambiar el destino o la vida de una persona. Esto se refleja en el trabajo que viene realizando- durante cuatro años- al alero de la pastoral juvenil “Pan con queso” del colegio Juan Pablo II.
Comenta que llegó a este grupo “por curiosidad” y porque le gustaba ver lo unido y animado que era. “La pastoral para mi es como una familia”, expresa Catalina.
Explica que son diversas las actividades que se llevan a cabo en esta agrupación, entre ellas están los servicios que se realizan durante la Fiesta de la Virgen Guadalupe de Ayquina, misiones en el Hogar de Cristo, el trabajo con la gente que vive en las calles, así como también participan de encuentros de jóvenes a nivel nacional.
“Entregar parte de tiempo en ayudar a las personas es súper grato, porque siento que puedo hacer algo, siento que estoy aportando un poco en ayudar en distintas situaciones, estoy aportando a un proyecto y también aporto al entregar un momento de felicidad a otra persona”, manifiesta esta joven calameña.
Catalina Negrete es considerada una joven optimista y con su constante deseo en querer construir un mundo mejor.
“La verdad que como todo adolescente también he tenido momentos de sentirme mal conmigo misma, pero nunca dejo que eso afecte mi forma de relacionar con los demás, por ejemplo, si una persona tiene un problema claro yo digo, quizás yo también estoy teniendo un mal día, pero esta persona necesita que la escuchen, necesita un abrazo y trato de darle eso, lo que necesite esa persona, si necesita estar un rato feliz, trato de volver el momento feliz”, comenta.
También dice que entre sus actividades favoritas están los servicios al poblado de Ayquina. “Para mi Ayquina siempre ha sido un lugar súper especial, un lugar donde la gente no ve tantas diferencias sino que vamos por un mismo fin, entonces poder prestar servicios y ver los turnos hasta la madrugada y todo ese tema, ver cómo se levantan para eso es sacrificado también”.
Agrega que la pastoral , entrega “experiencias que a uno personalmente lo ayudan a madurar, a crecer como persona y a darse cuenta de muchas cosas que quizás en otro ambiente o, en otras circunstancias, uno no se daría cuenta tan rápido. Porque nosotros somos afortunados de tener lo que tenemos, una casa, ir al colegio todos los días cosas así, pero no es la realidad de todos”, señala Catalina.
Esta joven, que ya está finalizando su estudios de enseñanza media, tiene proyectado estudiar sicología y en la universidad espera ser parte de la pastoral y aprovecha de hacer un llamado a los jóvenes a que, como ella, se animen a ayudar a los más vulnerables. “Hay muchos que no se animan porque tienen miedo a lo que dicen las demás personas y creo que sería bueno perder ese miedo porque al final, uno no sabe cuánto puedo influir en la vida de otra persona”, dijo. –